UN PINCHO MEDIOCRE, FÁCIL DE EVITAR.
¿Pediría un pincho como este?
Si no nos conformamos con matar el hambre, si exigimos un cierto nivel gastronómico ¡Qué devaluada esta esta palabra! habrá que plantearse algunas perogrulladas: Dónde y a qué hora vamos a comerlo.
1º Informarse. Para este y cualquier tema. Boca a boca. Internet…solo a modo de pista, pues hay muy poco rigor y credibilidad: pulse las mejores tortillas de patata de…y le saldrán listas para todo tipo de gustos y culturas. Todas esa opiniones y calificaciones, tómense como pistas, que han de servir para que usted se forme un criterio. Si le privan las tortillas mazacote, si le dan repelús las tortillas jugosas generosas en huevo, tenga presente al leer esta web que tenemos sensibilidades diferentes.
HAY QUE SABER DE ANTEMANO A DÓNDE PODEMOS IR. NUNCA ACUDIR A CIEGAS.
2º Echarle el ojo. Una mirada define al 90% una tortilla; y nos quedamos cortos. Si está muy cuajada, si lleva escaso huevo, si la patata está confitada o frita, en qué intensidad, qué papel juega la cebolla…hasta su estética. Todo ello aclara el concepto y la técnica en que se sustenta. Nos evitara probar tanta mediocridad. Y si tiene buena pinta, porcentaje al que no llega el 10% de las que se ofrecen en las barras de nuestros bares, habrá que hincarle el diente…porque el paladar dirá la última palabra.
LA PRESENCIA NOS ANTICIPA EL NIVEL DE LA TORTILLA.
3º Una pregunta: ¿Está caliente? Si no la ve salir de la cocina, si no la aprecia vaporear, siempre, absolutamente siempre, pregunte al camarero: ¿Está caliente? Insistimos, siempre, antes de pedir, asegúrese que esta caliente.
EL ÉXITO HAY QUE GANÁRSELO.
La presencia es definitoria: estamos ante un puré de patatas.