Protagonistas: Julián Felenbok y Mónica Iglesias. Súbito éxito, ya que abrieron este informal y personal negocio en junio de 2024. Muy polivalente ya que lo mismo sirven cafés y desayunos, que aperitivos y menús del día, todo con mucha impronta. Transmiten entusiasmo, ganas de agradar y personalidad. Siendo la singularidad elemento trascendental del negocio, reflejo de los actores, gentes frescas y libres. En un contexto de barrio.
En pocos meses su tortilla de patatas se ha alzado al podio de los pinchos de la Capital. No tiene una técnica relevante ni un concepto intelectual. Se sustenta en pocas verdades trascendentales. Primero: huevos de calidad y con una presencia abundante, de la firma Campomayor. Segundo, sale melosa, muy jugosa…corre por el plato sin obscenidades. Tienen claro que la tortilla de patatas es por antonomasia un plato de huevos: emplea 2 por 100 gramos de patatas agrias peladas. Tercera, el pincho se sirve en vajilla y recién hecho, caliente, en formato de pequeña tortilla individual hermosa, con su rebanada de chapata del obrador Madreamiga…una ración que llena. Cuarto, las patatas aparecen confitadas, muy del gusto general, en una mezcla de girasol y oliva, y sin cebolla. Quinto, la cocinera posee buena mano y don del gusto, si bien el proceder es sencillo, no tiene nada de erudito. Sexto, hay artesanía, hay amor, hay compromiso con hacer las cosas bien. Insistimos, tan elementales valores y quehaceres sitúan este pincho de tortilla de patatas entre los mejorcitos de Madrid, por ética y rigor. Un pincho sensible y artesano que, si Mónica se lo propusiera, culturizando un poco, merecería ir al Campeonato de España.
Hay que seguir el futuro de Mónica y Julián, a ver cuando más compromiso asumen con la Revolución de la Tortilla de Patatas Gourmet. No se puede haber corrido más en tan menos tiempo.
Julián Felenbok y Mónica Iglesias
Pote Bar y Café
28002 Madrid.
Mantuano, 8.
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